San Ignacio (Misiones, Paraguay). La biblioteca y hemeroteca que lleva el nombre de Cacique Arapysandu funcionará en la quinta San Remo del barrio Loma Clavel de esta ciudad, en el Departamento Misiones. Fulgencio Valdez, su responsable, explicó que tiene una colección de periódicos de las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, prensa de la década de 1930 como “El Orden” y otros diarios que servirán para ilustrar a la gente interesada, en especial a los estudiantes investigadores. “Tenemos también revistas y libros sobre economía, ciencias, cultura y deportes”, dijo al tiempo de señalar que él empezó a coleccionar los periódicos desde 1980 con suplementos económicos.

Señaló que durante la dictadura de Alfredo Stroessner estaba prohibido dedicarse a la lectura y reunirse para analizar los temas sociales y políticos de la época, pero que él, movido por un gran interés personal, buscó la forma de guardar los periódicos. “Vivíamos un régimen de terror, donde estaba prohibido reunirse y leer diarios y libros”, dijo Valdez.

El espacio cultural busca fomentar la lectura sobre historia nacional reciente. “Tenemos que conocer con mayor profundidad la historia reciente del Paraguay”, expresó Valdez al tiempo de señalar que los misioneros tienen la obligación de conocer la represión de la dictadura a las Ligas Agrarias Cristianas. Para la apertura de la biblioteca fueron invitados autoridades departamentales, municipales, educadores, empresarios y comerciantes.

Valdez señaló que la biblioteca, la construcción del espacio físico y mobiliarios los realizó con recursos propios de la familia. Agregó que eligió el nombre de Cacique Arapysandu porque tiene una raíz histórica en San Ignacio que se remonta a las reducciones jesuíticas. La biblioteca y hemeroteca Cacique Arapysandu se encuentra en la calle Kurupayty esquina Hipólito Altamirano, en la quinta San Remo, barrio Loma Clavel de San Ignacio. Los interesados en visitarla podrán agendarse al celular (0971) 980-048.
[Fuente: Total News Agency]

Madrid. La Biblioteca Nacional de España (BNE), en colaboración con la Asociación de Medios de Información (AMI), ofrecerá a los centros de conservación de las bibliotecas de las comunidades autónomas, con competencia en depósito legal, el acceso a todo el archivo histórico de la prensa diaria en formato digital. Todas las comunidades autónomas españolas tienen una biblioteca central que funcionan como "bibliotecas nacionales" regionales que reciben por ley todo lo publicado en sus provincias.

El sistema propuesto por la BNE para habilitar este acceso es una aplicación de escritorio remoto instalada exclusivamente en los ordenadores de acceso público de los centros de conservación, la cual permite la consulta de estas obras y en ningún caso la descarga o copia de las mismas. Esta aplicación es la que ya se usa para dar acceso desde las bibliotecas autonómicas al Archivo de la Web Española y a los libros electrónicos ingresados por depósito legal. De este modo se hace compatible el derecho de acceso a la información y la salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual. La aplicación de escritorio remoto dará acceso con todas las garantías a las publicaciones electrónicas disponibles actualmente: sitios web archivados, libros electrónicos y prensa diaria.

Por tanto, permitirá a los usuarios la consulta histórica desde cualquier centro de conservación de 294 cabeceras de prensa diaria en parte proporcionadas por AMI y en parte digitalizadas por la BNE. El número de cabeceras podrá ir creciendo con la colaboración de todos los centros de conservación y los asociados de AMI. Se pretende de esta forma seguir el modelo del depósito legal electrónico que, desde su inicio, se planteó como una labor colaborativa de la Biblioteca Nacional de España y los centros de conservación de las comunidades autónomas en el seno del Consejo de Cooperación Bibliotecaria. Este modelo permite trabajar de una manera más eficiente, ya que los editores entregan así sus publicaciones en un solo punto, se evita la duplicación del depósito y se simplifica la gestión.
[Fuente: Europa Press]

Chinguetti. Tesoros extraordinarios yacen dormidos en Mauritania. Miles de manuscritos y libros que se remontan a los siglos XII y XIII están guardados en bibliotecas de barro en la ciudad de Chinguetti. Pero la conservación de estas inusuales obras es un inmenso reto en medio del desierto, pues permanecen amenazadas por el calor extremo, las termitas y la destrucción por parte de los yihadistas.
[France24]

Ciudad del Vaticano. La Biblioteca Vaticana y el Archivo Apostólico Vaticano son dos instituciones que hoy miran al futuro, están abiertas a la tecnología, pero conservan y respetan la antigua tradición de la Iglesia Católica. En la Biblioteca, por ejemplo, “la catolicidad no es una abstracción”, explica el cardenal José Tolentino de Mendonça, archivero y bibliotecario de la Iglesia Romana, porque según él es “un abrazo a todo lo humano”. En el siglo XVII, con el Papa Pablo V, se produjo la separación entre la Biblioteca, “un instituto de conservación e investigación”, y el Archivo, que desarrolla una actividad de “caridad intelectual” porque comparte su patrimonio con estudiosos de todo el mundo.

La contribución específica que ambas instituciones han aportado a lo largo de los siglos y siguen aportando se ve reflejada al ver y escuchar los comentarios de estudiosos y visitantes cuando entran en estos espacios y contemplan la inmensidad y la calidad del patrimonio que aquí se conserva: se quedan atónitos. “Para comprender la vocación y la misión de estas instituciones seculares quizá lo más correcto sea volver a la centralidad de la dimensión de la memoria en la vida de la Iglesia, que fundamenta verdaderamente su existencia en la memoria histórica y sacramental de los actos y palabras de Jesús”, afirma Mendonça, y agrega: “Una biblioteca y un archivo son antídotos contra la amnesia. Una de las misiones fundamentales de la Biblioteca Apostólica, por ejemplo, es conservar algunos de los testimonios más antiguos de la tradición manuscrita de las Sagradas Escrituras. Solo esto bastaría para considerarlo como el corazón de la Iglesia. Pero, como nos ha recordado el Papa Francisco, en su Biblioteca fluyen ‘dos grandes ríos, la Palabra de Dios y la palabra de los hombres’”.

Al servicio de la cultura y el conocimiento
Las innovaciones tecnológicas suponen un reto que requiere de una actualización continua para estar a la altura de los tiempos. Estamos dentro de un gran cambio de época que sin duda tendrá un impacto irreversible en el mundo de las bibliotecas y los archivos. Al menos, ya sabemos algo positivo: las sociedades del futuro valorarán cada vez más el conocimiento. Esto significa que el patrimonio que representamos es un componente obligatorio del futuro. Sin embargo, por el momento, quedan abiertas muchas interrogantes, tanto sobre la conservación de los nuevos modos de comunicación humana como sobre las formas de construcción del propio conocimiento. Es ilusorio creer que el salto desde lo analógico a lo digital pueda hacerse con un clic. Esto requiere un viaje largo y de colaboración.

Pero estar al día no es una opción, es un deber. De hecho, la Santa Sede no se ha detenido. El inicio de la construcción de la Biblioteca Virtual se remonta a más de una década, y sigue avanzando. Actualmente tenemos, por así decirlo, dos bibliotecas: una física y otra virtual. Esta última contiene, en acceso abierto, alrededor del 20% de los manuscritos que posee nuestra biblioteca física. Y la idea es seguir adelante. Evidentemente, todo esto representa un enorme esfuerzo, que revela el amor de la Santa Sede por la cultura como instrumento para el desarrollo humano y para la paz. Pero necesitamos el apoyo de todos los cristianos y personas de buena voluntad que sean conscientes de la importancia de la cultura. Lo mismo ocurre con el Archivo Apostólico, donde se siguen llevando a cabo importantes proyectos de digitalización, tanto de documentos como de inventarios. Estamos haciendo frente con responsabilidad a los retos del futuro.
[Fuente: Vatican News]

En 1692 un artista conocido únicamente como “A. Boogert” se sentó a escribir un libro en holandés sobre mezclas de acuarelas. No sólo pretendía comenzar su texto hablando un poco sobre la utilización del color en la pintura, sino que pasaría a explicar cómo crear ciertos matices y cambiar el tono mediante la adición de una, dos, o tres partes de agua. La premisa suena bastante simple, pero el producto final es casi inconmensurable por su detalle y alcance.

Abarcando cerca de 800 páginas escritas (y pintadas) completamente a mano, el Tratado sobre los colores utilizados para la pintura al agua o, en su título original holandés, Klaer Lightende Spiegel der Verfkonst, fue probablemente la guía más completa de pintura y color de su tiempo.

Según el historiador de libros medievales Erik Kwakkel, que tradujo parte de la introducción, el libro fue concebido como una guía didáctica. La ironía es que sólo existía una única copia, lo que probablemente fue vista por muy pocos ojos en ese entonces. La obra estaba destinada a educar a los acuarelistas, de ahí su título en francés “Traité des couleurs servant à la peinture à l’eau”, que se refiere a pintura a base de agua. (Una traducción literal del holandés dice algo así como “un espejo claramente iluminado del arte de la pintura”). Kwakkel encontró el libro en una base de datos francesa “y resulta ser bastante especial”, escribe, “porque ofrece un vistazo inusual a los pintores e ilustradores del siglo XVII”.

Pasarían otros cien años antes de que una marea de libros en color comenzara a hacer del tema algo más práctico: desde la teoría de los colores de Goethe de 1810 y la nomenclatura del color de Werner de 1814 hasta el sueño de la estandarización del color realizado por LA COMPAÑÍA PANTONE, lanzada recién en 1963.

El libro completo se puede ver en ALTA RESOLUCIÓN AQUÍ y el original se conserva actualmente en la BIBLIOTECA MÉJANES en Aix-en-Provence, Francia.
[Fuente: Open Culture]

La Isla Bouvet, en el sur del Océano Atlántico, es el lugar más aislado del mundo. Es decir, no hay otro territorio que esté tan alejado de una tierra emergida como Bouvet. En un radio de 1600 kilómetros solo encontraremos agua. Lo más cercano, que está a esa distancia, es la Isla de Gough, también conocida como Gonçalo Álvares. El 93% de su superficie está cubierta por glaciares y solo se puede llegar a esta isla en helicóptero. ¿A qué país pertenece?
Agradecemos el envío de este video a Hugo López