Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 2, nº 1 (2004)

ARTICULOS

Erosión genética en la biodiversidad agrícola
por Msc. Elsa Marcela Guerrero
Msc. en Economía Ecológica y Gestión Ambiental. Investigador en el Centro de Investigaciones Eco-geográficas y Ambientales (CINEA), Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Actualmente subcoordina el Programa: Recursos Naturales Renovables y No Renovables y Catástrofes Naturales, Secretaría de Ciencia y Técnica (SECyT).

Resumen

Para muchas comunidades agrícolas la diversidad significa seguridad. Ella permite disminuir el riego frente a las inclemencias climáticas, las enfermedades y las plagas. También les provee de variedad de alimentos y productos que aseguran la calidad de su dieta alimentaria, ofreciéndoles al mismo tiempo, mayores posibilidades de inserción en los mercados locales e internacionales.
Sin embargo, esta riqueza ecológica nativa se encuentra cada vez más comprometida principalmente en aquellos centros de diversidad localizados generalmente en los países relativamente menos desarrollados del mundo.
En este trabajo se analiza como ha sido afectada la biodiversidad nativa en los ecosistemas de los países menos desarrollados a partir de la implementación de nuevas actividades económicas y en particular, con la introducción de prácticas y tecnologías agrícolas modernas. Además, se incluyen algunos puntos claves del debate internacional respecto a la erosión genética que se está produciendo en los sistemas agrícolas del mundo y un ejemplo relevante de este proceso como el del maíz.

Abstract

For many agricultural communities biodiversity means security. It allows  to reduce  risks  associated wheatear’s inclemency, diseases and plagues.   Also, it allows to have a large variety of food and products what sure food diet quality’s. At the same time, it give better possibilities to access to local and international food’s markets.
Nevertheless, native biodiversity richness is in danger, mainly in this diversity areas allocated in developing countries.
This paper will analyze how this biodiversity is affected in developing countries ecosystems by new economic activities, particularly with modern agricultural techniques and practices.  We also included some issues important in international discussion related with genetic erosion what agricultural systems are producing and finally we discuss the corn example.

Palabras clave
Erosión genética; Biodiversidad; Seguridad alimentaria; Agricultura; Maíz.

Key words

Texto


Introducción

Para muchas comunidades agrícolas la diversidad, ya sea social, cultural, económica o genética significa seguridad. La diversidad genética proporciona seguridad a los agricultores contra enfermedades, plagas y condiciones climáticas inesperadas. Los provee además, de una variedad de alimentos y altos rendimientos en función de las características de los ecosistemas locales. Por otra parte, ésta diversidad genética también constituye un reservorio de biodiversidad para la agricultura mundial, aportando valiosas características en relación a la resistencia a plagas y enfermedades y contribuyendo a la calidad nutricional de los alimentos.

Sin embargo, dicha agro-diversidad se encuentra cada vez más comprometida debido a la implementación de nuevas prácticas agrícolas, y la simplificación de los ecosistemas asociada a ella. El acelerado desarrollo la biotecnología y su expansión mundial, ha venido contribuyendo al deterioro de la diversidad agrícola en muchas áreas de los países menos desarrollados. La necesidad de reemplazar materias primas a menores costos económicos, los intereses corporativos en materia de semillas y químicos, la difusión de prácticas homogeneizantes y simplificadoras de la diversidad biológica, los efectos socioeconómicos de tales tendencias sobre los pequeños productores del Tercer Mundo, están poniendo en peligro la seguridad de muchas comunidades agrícolas, y de los recursos alimenticios actuales y futuros de buena parte del Mundo.

La biodiversidad, como diversidad de la Vida, es una cualidad que caracteriza a todos sus procesos. Se halla implicada en todas las formas a través de las cuales las sociedades transforman la naturaleza en la búsqueda de su “bienestar”. No obstante, en el mundo occidental, dichos procesos de transformación se han realizado históricamente siguiendo las tendencias del mercado mundial, utilizando selectivamente aquellos recursos naturales con ventajas comparativas, afectando y degradando otros con potencialidades desconocidas. “Las economías de escala, han privilegiado las formas homogeneizantes de explotación de los recursos naturales, generando erosión genética y afectando la heterogeneidad de los ecosistemas” (Revista del PNUMA, 1998).

Importancia de la diversidad genética en la agricultura
En ninguna parte, la diversidad de los sistemas de cultivo tradicionales tienen más alcance que en los llamados centros de origen y diversidad de cultivos alimentarios más importantes del mundo. Estos centros están ubicados, en su mayoría, en países del Tercer Mundo, e incluso en algunos de los más pobres de la región. (Ver mapa Nº 1)

Mapa Nº 1: Centros de Mundiales de Biodiversidad

Paradójicamente, en el hemisferio Norte, la riqueza económica, convive con una pobreza agro-genética. La mayor parte de los cultivos alimentarios que se utilizan en los Países Desarrollados, se ha originado en el Sur que aún continua subsidiando a la agricultura del Norte, a través de la provisión de genes para resistir plagas y enfermedades, así como otras características genéticas.

En pocas tecnologías modernas se ha puesto tanta esperanza como en la biotecnología. Muchos artículos sobre el tema subrayan los efectos positivos que ésta tecnología implicará sobre la agricultura, la salud y el suministro mundial de alimentos en el futuro. Esta aproximación además argumenta, que es posible aumentar los rendimientos por hectárea, duplicándolos o triplicándolos, a partir de la producción de “superplantas” con capacidad para producir sus propios fertilizantes y plaguicidas. También se argumenta que este tipo de tecnología es particularmente apropiada para la seguridad alimentaria en el Tercer Mundo.

Los avances alcanzados por ésta ciencia parecen ser la solución ideal contra el hambre mundial. Sin embargo, ésta opinión no es generalizada. Por ejemplo, la FAO (1993) ha señalado que “existen varias áreas en las cuales la biotecnología moderna puede ser un obstáculo para el desarrollo o crear serias dificultades a las comunidades rurales”. En el debate sobre biotecnología y agricultura aparecen sectores que reconocen los inconvenientes y problemas que está ocasionando la simplificación genética de variedades y la manipulación de genes en la agricultura que ha acompañado a la llamada Revolución Verde. Si bien, este paquete tecnológico impulsado en los últimos treinta años, produjo altos rendimientos en muchos de los productos alimentarios básicos, también es cierto, que ha ocasionado una serie de problemas asociados: la uniformidad genética de las semillas y el uso intensivo de agroquímicos, que condujo al estallidos de plagas y enfermedades en forma alarmante. Las nuevas variedades han reemplazado a las tradicionales y a sus parientes silvestres, originando la pérdida de materia prima para el futuro mejoramiento genético de las plantas. Este fenómeno se lo conoce con el nombre de erosión genética.

La agricultura tradicional puede ser considerada como una repositora natural de la biodiversidad in situ. Tradicionalmente los campesinos y agricultores del Tercer Mundo han desarrollado conocimientos sobre el manejo, mantenimiento y evolución de la diversidad  de sus cultivos agrícolas. El papel de la agricultura en la co-evolución de la Biodiversidad agrícola es un hecho contundente. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad causada por la modernización de la agricultura raramente suele ser discutida, contrariamente se encuentra subordinada al discurso algo más exitoso, sobre las bondades de la ciencia biotecnológica y de la agricultura moderna. Además, es importante agregar que el debate actual sobre Biodiversidad agrícola no está a favor de la agroecología en el mundo entero, sino en la selección de algunos hot spot de Biodiversidad agrícola a conservar. (Martínez Alier, J. 1997, p. 229).

La FAO ha denominado “derechos de los agricultores” al reconocimiento del rol de los campesinos tradicionales en mantener y coevolucionar con la Biodiversidad in situ. Sin embargo, estos derechos tendrían unos componentes sociales y políticos, nada que pueda ser evaluado en términos económicos.

El artículo 8 del Convenio sobre Biodiversidad habla sobre la conservación in situ, en su parte j  estimula a  las partes (legislaciones nacionales) a  “respetar, preservar y mantener el conocimiento, la innovación y las prácticas de las comunidades indígenas y locales  que conforman estilos de vida tradicionales relevantes a la conservación y uso sustentable de la diversidad biológica...” (CDB, art.8, J).

Causas de la pérdida de la biodiversidad en América Latina
La biodiversidad que nos sustenta ya sea agrícola, forestal o pesquera es, en muchos caso,  el resultado del manejo, cuidado y creación histórica de las comunidades locales y pueblos indígenas. El flujo e intercambio de recursos genéticos y conocimiento asociado a ellos solamente determinado por las pautas y valores culturales de esos pueblos, ha sido la base fundamental del proceso de mantenimiento y creación de la biodiversidad.

El hombre ha sido el responsable de la extinción de muchas especies. En un sentido amplio, puede decirse que la extinción ocurre cuando las poblaciones no pueden afrontar el cambio ambiental. Este cambio puede ser físico (cambios climáticos, contaminación del aire suelo, aire o destrucción del hábitat) o biológico (introducción o eliminación de competidores, predadores, parásitos o simbiotas). La extinción es una de las tres reacciones que una población puede sufrir frente a los cambios de condiciones ambientales. En forma alternativa, una población puede migrar a nuevos ambientes o adaptarse a las condiciones.

En el caso de las especies domesticadas, y en particular los cultivos alimentarios, podría hablarse de extinción biológica a partir de la introducción de competidores (variedades mejoradas genéticamente, híbridos, etc.) y predadores que co-evolucionan con el desarrollo de prácticas agroquímicas asociadas. En la literatura este fenómeno, con otros ingredientes  de tinte socioeconómico, como la inseguridad alimentaria y la pérdida de tierras y cultura, se conoce con el nombre de erosión genética.

La biósfera pueden ser vista como un recurso o como un complejo grupo de recursos.  Esto implica dos cuestiones. Primero que los recursos biológicos son los instrumentos para la satisfacción de las necesidades humanas y segundo, que ellos son escasos. Su escasez implica que son valiosos económicamente y limitados físicamente y que el uso, sólo puede incrementarse a costa del sacrificio de alguno de sus otros valores. Esta noción de recurso ha venido poniéndose en práctica desde tiempos inmemorables, debido fundamentalmente a que la naturaleza ha venido satisfaciendo las necesidades de diversas culturas a lo largo de los tiempos.

Desde los procesos de colonización del Nuevo Mundo las sociedades comenzaron a girar en torno a los centros urbanos creados, reforzando la artificialización y la dependencia cada vez mayor de flujos energéticos externos. En forma paralela se fueron abandonando las formas de convivencia integradas al ambiente y las prácticas indígenas de las comunidades, estos procesos se han venido sucediendo y agravando en los últimos tiempos.

En el caso latinoamericano la intervención durante la colonización más importante se realizó preferentemente en las áreas templadas ya que en las áreas tropicales, debido a la dificultades para la penetración, el ingreso estaba limitado a las áreas costeras, donde se implantaron los enclaves de algodón, café, azúcar, etc. En aquéllas áreas donde se desarrolló la  minería, como ocurrió en el Altiplano andino, los efectos fueron mucho más importantes (contaminación, sobrepastoreo, tala, etc.). La fauna autóctona (camélidos) fue fuertemente afectada por la competencia  con el ganado caprino y ovino y la comercialización de su lana. En el caso de la pampa argentina, los sistemas de quema y la introducción de plantas exógenas, contribuyeron  a transformar la vegetación y la fauna local, así el guanaco y el ñandú fueron desplazados de sus ambientes naturales.

Desde la colonización los países del Tercer Mundo han venido produciendo cosechas para el norte, en la actualidad muchos de esos productos (azúcar, cacao, bananas, aceites vegetales) están afrontando serios problemas. Sus precios de mercado están deprimidos y los agricultores se ven obligados a vender sus productos por debajo del costo de producción. Ello tiene particular efecto sobre los pequeños productores agrícolas y trabajadores sin tierra del Tercer Mundo. Por ejemplo, las empresas de biotecnología han logrado materias primas más baratas para reemplazar una parte importante de las exportaciones de azúcar del Sur a partir de edulcorantes provenientes del maíz u otros cultivos que crecen en el Norte. Sin embargo,  sus aspiraciones no se han quedado allí, y en la actualidad clonan genes de cultivos del Tercer Mundo para producir en laboratorio sustancias que son miles de veces más dulces que el azúcar. De ésta forma, la biotecnología está poniendo en peligro el futuro de la caña de azúcar como cultivo comercial. De acuerdo a esto no habría cultivos que estén seguros en la “bio-carrera”. Además algunas Compañías Biotecnológicas ya se las han ingeniado para desarrollar vainilla “natural” en laboratorios amenazando el medio de vida de miles de agricultores de vainilla de Madagascar.

Las empresas gigantes del comercio de cereales están cada vez más interviniendo  en los países del Sur. Estas mismas empresas transnacionales son las que compran, negocian y venden los alimentos básicos en todo el mundo, crean escasez y excedentes, manipulan la oferta y los precios de los productos básicos, obteniendo dinero de las organizaciones internacionales para la ayuda alimentaria en el Tercer Mundo.

La biodiversidad o diversidad genética se va perdiendo en la agricultura, sobre todo en los campos agrícolas del Tercer Mundo en donde otrora reinaba una gran variedad agrícola. Así por ejemplo, los agricultores utilizaban diversas variedades de arroz o papa en un mismo campo o, incluso, sembraban diversos cultivos mezclados en sus parcelas. De esta forma, reducían los riesgos de heladas o virus. En la actualidad,  al importar los sistemas de agricultura modernos, se están también importando semillas mejoradas genéticamente. Esto afecta en forma directa la seguridad alimentaria  puesto que reduce la disponibilidad del material genético necesario para el mejoramiento o cruce de variedades.

“Se estima que a un mediano plazo más de 20.000 millones de dólares provenientes de las exportaciones del Tercer Mundo podrían ser reemplazados por  productos provenientes de las nuevas tecnologías desarrolladas en el Norte. Ello representa más del 25% de lo que estos países  están exportando actualmente” (GRAIN, 1994).  Como consecuencia de esto, los países del Tercer Mundo encontraran muy difícil hallar alternativas de producción para la obtención de divisas, por lo cual, se puede concluir, que el cambio en el comercio mundial se hará a costa de la seguridad alimentaria local.

Otra de las causas de la pérdida de Biodiversidad, se halla vinculada al uso de información genética proveniente de especies animales y vegetales del Tercer Mundo para utilizarlos en la industria biotecnológica. Muchas de estas especies han sido sacadas de estos países para utilizarlas con fines biotecnológicos (industrias farmacéuticas, empresas de semillas y agroquímicos, etc.) sin el correspondiente pago por ellas. La biopiratería comenzó desde que los conquistadores llegaron a América y ahora se halla agudizada por el surgimiento de nuevas biotecnologías y nuevas leyes de propiedad intelectual.

El fenómeno de la biopiratería biológica y de la piratería intelectual surge  nuevamente de la mano los intereses comerciales occidentales. Estos afirman que los productos y las innovaciones derivadas de las especies animales y vegetales que han utilizado tradicionalmente las comunidades indígenas pueden ser privatizados a partir de la obtención de “propiedad intelectual” o “patentes”. Esto constituye una forma de apropiación de un recurso biológico y del conocimiento asociado a partir del desarrollo de productos comerciales.

Este fenómeno se halla favorecido por la debilidad de los sistemas  tradicionales indígenas frente a la desvalorización occidental de su conocimiento “vulgar”, entendiendo que solamente el conocimiento científico posee una posición superior; y como consecuencia de la  falta de protecciones sobre la biodiversidad y los sistemas de conocimiento indígenas,  y una tendencia a universalización de los regímenes de derechos de propiedad intelectual occidentales. Con estas perspectivas es esperable que en el futuro aumente la biopiratería.

El debate internacional
A principios del siglo XX en Europa y Estados Unidos el fitomejoramiento se convirtió en una actividad completamente separada de los propios agricultores, al tiempo que las compañías productoras de semillas y los institutos públicos de investigación se especializaron en el cruzamiento y la creación de nuevas variedades vegetales. Este sector emergente comenzó a pedir protección legal sobre lo que ellos consideraban sus “invenciones”. El sistema de patentes convencional no era aplicable porque se trataba de organismos vivos, como las plantas. A pesar de ello, en 1930 los Estados Unidos redactaron el Acta de Patentes Vegetales, haciendo una excepción a ésta lógica. Por otra parte, los europeos idearon un régimen de propiedad intelectual  sui generis para beneficiar a los que desarrollaban nuevas variedades de cultivos; a ello se lo llamo “derechos de los obtentores” (que pueden considerarse como patentes light).

En 1961 se firmó un acuerdo internacional que dio origen a la Unión para la Protección de Nuevas Variedades Vegetales (UPOV). Esta estableció reglas sobre los derechos del obtentor. La UPOV estaba administrada por una pequeña secretaría de la OMPI, que depende de las Naciones Unidas. En 1996 la UPOV contaba con 30 estados miembros y 14 países que poseían algún tipo de sistema de derechos de obtentor. La UPOV les confiere a los fitomejoradores un monopolio limitado sobre el material reproductivo de cada variedad. La diferencia con las patentes consiste en que quienes tienen la patente reclaman la propiedad sobre el germoplasma, la tecnología y los procedimientos industriales; mientras que los obtentores solamente ejercen control sobre la manipulación y venta de semillas. El convenio hasta 1991, también ofrecía una protección especial para los agricultores, así como el libre acceso a los recursos genéticos vegetales. Este derecho se conocía como “ privilegio de los agricultores”. Sin embargo, en 1991 se adoptó una versión mucho más severa. A partir de esta fecha, el derecho de los obtentores se parece más al sistema de patentes. Se eliminaron prácticamente los privilegios de los agricultores como también  los de los fitomejoradores. Los cambios también implicaron restricciones al libre intercambio de material genético para la agricultura. Este sistema ha sido duramente criticado ya que implica la introducción de derechos monopólicos en el sistema alimentario, comprometiendo la seguridad alimentaria; aumentando la erosión genética a partir de los requerimientos de uniformidad; e imponiendo el  pago de regalías a los agricultores (compra de semillas) al reducir la libre circulación e intercambio de recursos genéticos.

Según la UPOV, el sistema de protección de variedades vegetales contribuye al mantenimiento de la diversidad. Contrariamente, la FAO opina que la tendencia a buscar nuevos materiales genéticos a partir de sus propias líneas de selección lleva a que el mejoramiento de los cultivos dependa de una base genética cada vez más estrecha y que ello puede conducir a epidemias generalizadas en la agricultura. En forma contraria señala, que las variedades tradicionales se adaptan mejor a la realidad y necesidades de las comunidades campesinas ya que han sido mejoradas y adaptadas en su propio medio.

Por otra parte, la cuestión de los derechos sobre cultivos agrícolas cae dentro de la esfera de otro debate internacional vinculado al comercio y al GATT. Acuerdos como la Propiedad Intelectual Relacionada al Comercio (TRIPs), establecen que los estados miembros del GATT/ OMC, están obligados a adoptar alguna forma de propiedad intelectual sobre variedades vegetales, ya sea por medio de patentes o otros sistemas sui generis.

Existen ONGs, agricultores, pueblos indígenas, sectores universitarios y  científicos que en muchos países y regiones que trabajan en forma creativa para crear alternativas al esquema monopólico de los sistemas de propiedad intelectual; sin embargo, la tendencia mundial respecto a las patentes cobra fuerza en la actualidad con situaciones concretas como la de la Unión Europea con su Nueva Directriz sobre protección jurídica de las invenciones biotecnológicas. En ese contexto, se hace cada vez más difícil la lucha versus el sistema de patentes

La biodiversidad agrícola y la seguridad alimentaria han sido los temas claves en la discusión internacional sobre biodiversidad de los últimos años. Muchas organizaciones no gubernamentales preocupadas por estos temas, como también las comunidades indígenas han estado siguiendo las negociaciones y participando en reuniones de la CBD y COP.

Uno de los momentos importantes del debate ha sido el “Encuentro Latinoamericano de ONGs por la Biodiversidad” que se realizó en Buenos Aires a finales del 96. “Una de las definiciones más contundentes fue el claro rechazo al patentamiento de toda clase de vida, así como la necesidad de asegurar que los procesos culturales y naturales que han sido  el sustento milenario de la agricultura y la biodiversidad puedan continuar. Dentro del encuentro la organización vía campesina leyó una declaración, donde se señalan cuatro puntos fundamentales de su posición: el rechazo a los derechos de propiedad; la necesidad de una moratoria en la bioprospección; el reconocimiento de que la Biodiversidad es la base para garantizar la seguridad alimentaria y la necesidad de proteger y promover los derechos de los agricultores” (GRAIN, 1996).

El Tercer Mundo procura recuperar algún control sobre sus recursos naturales en el marco del Convenio de Biodiversidad. Sin embargo, su fragmentación política, la dependencia económica de sus recursos naturales, los intereses de empresas extranjeras en sus territorios y la tendencia mundial  a la implementación de sistema de propiedad que favorecen a las empresas biotecnológicas multinacionales, reducen las posibilidades de hacer efectivo tal propósito.

Ejemplo: el maíz
El maíz ha sido considerado por los habitantes originales del continente americano como “la cosecha dorada”. Hoy constituye uno de los principales cultivos del mundo, como alimento humano y animal, y como fuente de ganancia económica para las compañías transnacionales. Mientras que en la mayoría de los países sudamericanos es uno de alimentos básicos más importantes, en el Norte, constituye el principal alimento de origen vegetal utilizado en la nutrición animal. Para la industria semillera, el maíz se ha convertido en un campo de batalla de primer orden en pos del control de mercado,  y en una carrera para acceder a un mayor control a través de la obtención de la supremacía en el terreno de la ingeniería genética, destinado a ganar los derechos de propiedad intelectual sobre las innovaciones desarrolladas.

Para los habitantes originales de América, el maíz poseía un significado religioso en su cultura. Desde tiempos inmemorables, tanto en el arte como en la literatura han quedado manifiestos los estrechos lazos existentes entre la agricultura, la alimentación y la cultura.

A partir del desarrollo científico del mejoramiento genético, la utilización de híbridos introdujo una óptica muy diferente respecto de este cultivo. El maíz se hizo “diseñable” y en la práctica se convirtió en “propiedad privada”. El desarrollo de híbridos aseguró a las empresas semilleras la compra anual de semillas, de ésta forma, los agricultores fueron abandonando paulatinamente las variedades  agrícolas tradicionales.

Actualmente el maíz ocupa el tercer lugar en el mundo como alimento básico, en términos de producción. En 1989 el sur producía el  58% de la producción total. Sin embargo, existen otras diferencias importantes respecto la producción y utilización de la producción de maíz. Por ejemplo para 1992, el 99% del maíz y trigo cultivados en los países industrializados se obtenía a partir de híbridos comerciales, mientras que en el sur dicho porcentaje era solamente del 46%. Además, cabe señalarse que el 34% del maíz que entraba al mercado en los países del sur excluyendo China, era comercializado por empresas de capitales transnacionales.

La progresiva introducción de híbridos ha llevado al desplazamiento de las variedades locales y a la entrada de material genético foráneo. Así por ejemplo, en el caso mexicano, solamente sobreviven un 20 % de las variedades locales de maíz registradas en México en 1930. Además de la erosión genética provocada por la hibridación, muchas áreas tradicionalmente maiceras, han sido reemplazadas por otros cultivos comerciales más rentables. Otros países poseen situaciones similares: en Costa Rica, Chile, Malasia, Filipinas y Tailandia se ha documentado una generalizada erosión genética de los cultivos de maíz.

En el Norte la situación es peor,  ya que los monocultivos de maíz híbrido dominan la producción de extensas áreas maiceras. Por ejemplo en los Estados Unidos, todos sus híbridos comerciales provienen principalmente de seis líneas endogámicas. De ahí que, uno de los males generalizados en los países desarrollados es la uniformidad genética de la producción maicera.

También la manera de cultivar maíz surgen diferencias entre el norte y el sur. En el norte son característicos los monocultivos intensivos, basados en insumos  externos, en extensiones que bien pueden alcanzar varios millones de hectáreas, como las que existen en el denominado cinturón del maíz de los Estados Unidos. Contrariamente, en el sur el maíz es cultivado adoptando una gran variedad de sistemas de producción, que incluyen tanto el monocultivo, como prácticas tradicionales basadas en cultivos mixtos, utilizando legumbres, como el poroto u otros cultivos, como la calabaza. Sin embargo, las mayores diferencias radican en las diferentes visiones y usos del maíz entre el norte y el sur. En el norte, con Estados Unidos a la cabeza, el maíz es utilizado principalmente como materia prima en la industria ganadera, mientras que en América del Sur y Central, y el este y sur de África constituye el fundamento de la seguridad alimentaria.

A pesar de esto, la época del maíz usado solamente para el consumo humano o animal ya ha pasado a la historia, ya que “gracias” a la  biotecnología este producto se está transformando en materia prima barata  para todo tipo de aplicaciones industriales. El Jarabe de maíz con alto contenido de fructuosa ha sustituido al azúcar como edulcorante en las bebidas carbonatadas y en muchos otros alimentos industriales. El etanol y el almidón del maíz son utilizados en las industrias papeleras y textiles. También existen un variada gama de productos derivados del maíz, desde polímeros hasta productos farmacéuticos. Por ejemplo en EE.UU., el 15 % del maíz cultivado actualmente se utiliza para la fabricación de unos 3.500 productos y se desarrollan investigaciones para aumentar dicha cantidad.

La revolución biotecnológica, con sus promesas de mayores rendimientos y ganancias, acelera la tendencia hacia el completo control de la producción de maíz por parte de las transnacionales. A medida que se desarrollan las nuevas tecnologías y que las patentes convierten la posesión de dichas tecnologías en la principal condición para acceder al mercado, entran en escena los nuevos actores, las compañías biotecnológicas y los gigantes de la agroquímica, como Do pont, Dow Elanco, AgrEvo y Monsanto.

La mayoría de las empresas especializadas en biotecnología agrícolas han sido absorbidas, controladas o puestas bajo la esfera de una o más transnacionales que controlan la agroindustria a nivel mundial.

Actualmente son tres las alianzas de empresas que se disputan el liderazgo en la industria semillera del maíz: Monsanto que trabaja sola, Pionner, Novartis y Dow Elanco, que se apoyan con tecnología de Mycogen y AgrEvo. Cada una de ellas trata de asegurarse la propiedad de la tecnología clave sobre el maíz, para  así controlar en forma total, este cultivo. El fitomanejo que realizan estas compañías está transformando aceleradamente el cultivo, transformándolo de ser un alimento de uso humano, a un insumo para la alimentación animal y en un producto industrial.

Conclusiones
En los últimos años se ha redescubierto el papel de la agricultura tradicional como una pieza fundamental en la conservación y manejo de los recursos genéticos y otros recursos naturales. Sin embargo, éste tipo de agricultura se enfrenta al desarrollo de una agricultura moderna y la biotecnología con las que le es difícil competir,  y a una continua privatización de los recursos genéticos a través de patentes que amenazan su existencia.

Las modernas biotecnologías pueden transformarse en un serio peligro para la existencia de muchas comunidades agrícolas del Tercer Mundo. Su desarrollo está en manos de empresas multinacionales del Norte y no responde a las necesidades reales de los países más pobres. Los sistemas de patentes sobre diversas formas de vida que los países del Norte procuran imponer, legitimarán la usurpación de los recursos genéticos procedentes del Sur, muchos de los cuales constituyen la base para la producción de alimentos y medicamentos para el mundo y el futuro.

La mayor parte de las investigaciones biotecnológicas son desarrolladas por empresas multinacionales que tratan de aumentar sus ventajas corporativas a partir de la utilización de esta nueva herramienta. Dichas tecnologías han sido utilizadas para sustituir exportaciones desde el sur (cacao, azúcar,  vainilla, maíz, etc.). Los productores del Sur se ven afectados de diferentes formas: sus economías son altamente dependientes de esos productos agrícolas, están perdiendo divisas al reducirse sus exportaciones; desde el punto de vista ecológico: muchos cultivos son reemplazados, abandonados o sustituidos por especies híbridas, lo cual contribuye a la erosión genética a través de la pérdida de prácticas culturales de reposición, selección y cruzamiento tradicionales; desde el ámbito social y cultural: la erosión genética y el reemplazo de las especies tradicionales origina pérdida de tierras, saberes y valores culturales en las comunidades agrícolas del Tercer Mundo.

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