Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales
ISSN 1669-1555
Volumen 16, nº 2 (2018)

El pensamiento de Pierre Bourdieu como propuesta analítica en las ciencias sociales ante la falsa dicotomía entre el positivismo y el interpretativismo
por Sandra Saraí Dimas Márquez

Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades.

sandra.dimas.marquez@gmail.com
 
 
Para citar este artículo: Rev. Arg. Hum. Cienc. Soc. 2018; 16(2). Disponible en internet:
http://www.sai.com.ar/metodologia/rahycs/rahycs_v16_n2_04.htm
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Resumen

Se expone una propuesta que permite superar la falsa dicotomía entre el positivismo y el interpretativismo como paradigmas epistemológicos en la producción de conocimiento de lo social. Esta propuesta parte de los planteamientos del sociólogo Pierre Bourdieu, quien a través del alcance teórico, metodológico y epistemológico de toda su obra, sugiere el análisis de lo social considerando dos modos de existencia: las estructuras sociales internas y las estructuras sociales externas, así como la necesaria articulación entre ellas. Bourdieu asume, en este sentido, una perspectiva estructuralista y constructivista, ofreciendo herramientas teóricas y metodológicas para llevar a cabo el análisis del sentido vivido, del sentido objetivo y del sentido del juego en los espacios sociales en donde el agente se posiciona.

Palabras clave: positivismo, interpretativismo, estructuralismo, constructivismo, ciencias sociales.
 

Abstract

A proposal is exposed that allows to overcome the false dichotomy between positivism and interpretativism as epistemological paradigms in the production of the social knowledge. This proposal is based on the approach of the sociologist Pierre Bourdieu, who through the theoretical, methodological and epistemological scope of all his work suggests the analysis of the social considering two modes of existence: internal social structures and external social structures, aside from the necessary articulation between them. Bourdieu assumes, in this sense, a structuralist and constructivist perspective, offering theoretical and methodological tools to carry out the analysis of the lived sense, the objective sense and the analysis of the meaning of the game in the social spaces where the agent is positioned.

Keywords: positivism, interpretivism, structuralism, constructivism, social sciences.
 
 

Introducción

Ante la disputa interminable en la Ciencias Sociales, sobre cómo hacer ciencia, desde qué enfoque, con qué herramientas y a partir de qué insumos, diversos libros de metodología de la investigación, plantean manuales o recetas que en principio de cuentas reducen, aíslan y constriñen la riqueza de un estudio social, pues marcan dos vías o caminos para llevarlo a cabo: lo cuantitativo o lo cualitativo, y a pesar de que en años recientes ya incorporan los estudios “mixtos” en donde tratan de articular a los dos anteriores, éstos siguen marcando distancias analíticas entre ambas.

Ahora bien, no sólo se trata de hacer elecciones en los métodos de estudio de manera sustancial, sino poder comprender que para analizar los fenómenos, hechos, sujetos u objetos de estudio de corte social, es necesario considerar la complejidad de los mismos, así como entender que esta complejidad no se agota con una elección metodológica, sino que involucra una identidad epistémica asumida por el investigador, con la cual pueda explicar y comprender ese asunto social que analiza desde la relación indisociable entre teoría y metodología.

Sin embargo, lo anterior es tan solo uno de tantos efectos, de uno de los tantos problemas a los que se enfrenta hoy en día la producción de conocimiento en las ciencias sociales, lo cual se encuentra estrechamente relacionado con: la idea que se tiene sobre ciencia y conocimiento, ya que ésta viene importada desde los iniciales planteamientos investigativos de las ciencias naturales con el positivismo, y que a la fecha mantienen vigencia en las ciencias sociales, reduciendo el campo de análisis a una mera explicación causal, fetichizando el estatuto de cientificidad de las ciencias sociales y desacreditando otras formas de hacer ciencia social, tal es el caso del paradigma interpretativo cuyo objetivo es, entre otras cosas, comprender el contexto, el sentido y el significado de lo que se estudia.

Es por ello, que el presente artículo pretende ofrecer una propuesta conciliadora entre ambas perspectivas o modos de producir conocimiento que a lo largo de los años se han concebido como opuestos, proponiendo la necesaria ruptura no sólo con los postulados dicotómicos entre ellos, sino una ruptura que invite a mirar de manera armonizada ambas posturas para analizar críticamente un hecho, fenómeno u objeto de estudio, superando los límites de cada una y complementándose entre sí. Lo anterior, desde planteamientos teóricos, metodológicos y epistemológicos del sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien, entre otras cosas, señala que no hay que confundir el rigor científico con la rigidez científica, siendo ésta última enemiga de la inteligencia y la invención en los procesos investigativos.

Para llevar a cabo lo ya mencionado, primero se realiza una breve descripción sobre los modos de producir conocimiento en las ciencias sociales a lo largo de los años, destacando al positivismo como el enfoque imperante desde varios siglos atrás, el cual “delineó” el estatuto de cientificidad de las ciencias sociales frente a paradigmas distintos como el interpretativismo; posteriormente, se ofrece una exposición de algunas generalidades de cada paradigma incluyendo al paradigma crítico, considerando características y autores representativos; finalmente se presentan los aportes de Pierre Bourdieu en donde se enfatiza la necesaria superación y conciliación entre las dicotomías del positivismo y del interpretativismo.
 

Los modos de producir conocimiento en las ciencias sociales

El estatuto de “cientificidad” otorgado a las Ciencias Sociales, ha sido motivo de pugnas, reflexiones, y sobre todo rupturas a lo largo de los años. Basta con remontarse a los siglos XVII, XVIII y XIX, para identificar cómo fue constituyéndose la visión clásica de “la ciencia” a través de la búsqueda de “la verdad”, por medio “del método científico” que por excelencia permite explicar “la realidad” única y dada, a partir de leyes comprobables y universales, asuntos que son exclusivos de las Ciencias Naturales, pero que se importaron a la producción del conocimiento científico en las entonces llamadas ciencias del espíritu, convirtiéndose en el modelo dominante que a la fecha continua planteando la necesidad de una visión cartesiana en el estudio de los fenómenos sociales, ya que ésta mira a la sociedad como un mundo determinista, al cual es posible describir y explicar desde leyes causales (1).

De modo que, importar esta idea de ciencia (propia de la ciencias naturales), ha sido para las ciencias del hombre, una especie de grillete que limita y pone en cuestión las múltiples formas de construir el conocimiento, pues la perspectiva newtoniana sigue siendo, para grandes sectores académicos, un medio eficiente para “validar” el conocimiento que éstas producen, y desacreditan (en muchos casos) aquellas perspectivas que rescatan el sentido, el significado y la comprensión de los fenómenos sociales desde una perspectiva interpretativa.  

Si bien, no es motivo del presente ofrecer una amplia descripción de ambas perspectivas  como formas de producción científica de la ciencia social, sí conviene identificar aquellas características que las diferencian y que al mismo tiempo las hacen opuestas, antagónicas,  dicotómicas y complementarias, ya que, como se revisará más adelante, estos paradigmas en realidad se han visto como falsas dicotomías que dividen radicalmente lo objetivo y subjetivo, lo cuantitativo y cualitativo;  lo inductivo y lo deductivo; lo general y lo particular.  

Dichas perspectivas, o mejor llamadas, paradigmas, permiten identificar la forma de concebir la ciencia, los medios, estrategias e instrumentos para abordar el estudio de fenómenos sociales, además trazan los horizontes, intenciones o alcances de una investigación, asunto que por cierto, plantea también la disputa que se menciona al inicio, la lucha por el estatus de cientificidad, entendida como aquella característica que brinda legitimidad socio-intelectual al conocimiento producido.

Con relación a lo anterior, es posible visibilizar desde la filosofía de la ciencia, tradiciones que marcan hitos en las formas, posturas, visiones y misiones de la ciencia a partir de dos planteamientos diferentes acerca de las condiciones que han de satisfacer una explicación que se quiera denominar científica: la tradición aristotélica y la tradición galileana, las cuales actúan como directrices que permiten comprender y explicar (respectivamente) y que a su vez, permiten identificar intereses cognitivos y orientaciones paradigmáticas, esto es, de acuerdo con Habermas (3): el interés técnico, el interés práctico y el interés emancipatorio; o bien, desde la perspectiva de Mardones y Ursua (2), la distinción de las ciencias empírico analíticas desde el paradigma positivista, las ciencias histórico-hermenéuticas desde el paradigma interpretativo; y las ciencias críticas desde el paradigma crítico.


La tradición galileana, a propósito del paradigma positivista

Llamada así por ser Galileo Galilei el representante de una nueva forma de brindar explicaciones de manera matemática y sobre todo pragmática; sin embargo, esta tradición se remonta a los planteamientos griegos de Pitágoras y Platón, y se extiende a lo largo de los años tomando mayor fuerza en el siglo XIX con el surgimiento del positivismo, el cual se sustenta en los enfoques planteados desde la ciencia natural, incorporando la experiencia como una premisa para validar como científico al conocimiento.

La idea del positivismo caracteriza al conocimiento científico como una verdad irrefutable e incuestionable, emplea el método hipotético-deductivo como vía analítica, busca la “objetividad” a través de la exclusión de todo juicio de valor por parte del investigador, y pretende la “comprobación fáctica” del saber científico; Mardones y Ursua (2), enuncian algunas características definitorias:

  1. Monismo metodológico: solo se puede entender de una única forma aquello que se considere como una auténtica explicación científica.
  2. El modelo o canon de las ciencias naturales exactas: el llamado método positivo tiene un canon o ideal metodológico, constituido por la ciencia físico-matemática, por el cual se encuentra medida la cientificidad de las ciencias del hombre.
  3. La explicación causal o erklären como característica de la explicación científica:  la ciencia responde acerca de las causas o motivos fundamentales; en este sentido, las explicaciones científicas son, por consiguiente, causalistas. Tal explicación de carácter causal queda expresada también en la búsqueda de leyes generales hipotéticas de la naturaleza.
  4. El interés dominador del conocimiento positivista: el énfasis recae en la predicción de los fenómenos; el control y el dominio de la naturaleza constituyen el objetivo de su interés.  Esta perspectiva cosifica y reduce a objeto todo, hasta al hombre.

De lo anterior, la llamada física social propuesta por Comte, permitió cumplir con el ideal imperante de poder demostrar que la búsqueda del conocimiento culmina en el dominio de la naturaleza y en el progreso material, para Comte, lo positivo designa lo real, lo útil, lo certero, lo preciso, lo contrario a lo negativo. Sin embargo, es Durkheim quien sienta las bases para analizar “los hechos como cosas” a través de Las reglas método sociológico, obra en la cual aplica el positivismo al estudio de los hechos sociales, considerando que el tratamiento explicativo causal del hecho social otorga el supuesto rigor y la objetividad de las ciencias naturales a las ciencias sociales.

Desde esta manera, los planteamientos mecánicos-causales a los objetos de estudio de la ciencia social, miran a la naturaleza de manera dada, singular, tangible, fragmentable; su finalidad es explicar, controlar, predecir, verificar; sus intereses son operativos, los criterios de calidad tienen que ver con la validez, la confiabilidad y la objetividad; la metodología empleada se orienta a la comprobación de hipótesis, el análisis de la información se lleva a cabo de manera cuantitativa, se orientan del presente al futuro, y reducen a los individuos y sus acciones a datos numéricos, siendo la cantidad y la medida una especie de certificación de la certeza de aprehensión total el mundo estudiado (2) (4) (5).

 

La tradición aristotélica, a propósito del paradigma interpretativo

Corriente de pensamiento que recupera lo histórico, lo cultural, lo social, lo psicológico, lo antropológico, desde planteamientos totalmente opuestos a los de las ciencias empírico analíticas; se remonta a planteamientos aristotélicos, partiendo de la idea de que todo conocimiento tiene su origen en la naturaleza humana la cual se manifiesta en las acciones y reacciones más elementales del hombre; retoma el pensamiento de Hegel y la clara postura que rechaza al positivismo por parte de Dilthey y Weber. Algunos autores más recientes que pueden representar muy bien esta tradición son Schütz y Gadamer.

A partir de este enfoque, el conocimiento científico está enmarcado en la trama de la vida cotidiana del ser humano, reconociéndolo como un ser histórico, social, cultural, volitivo; con estructuras culturales y estructuras vitales, como lo afirmarían Cassirer y Kant, respectivamente. Asimismo, considera desde lo subjetivo, al sentido y al significado de la acción humana, buscando comprender más que explicar. En el plano de la investigación este paradigma considera (4):

  1. La naturaleza interpretativa, holística, dinámica y simbólica de todos los procesos sociales, incluidos los de investigación.
  2. El contexto como un factor constitutivo de los significados sociales.
  3. El objeto de la investigación es la acción humana y las causas de esas acciones que residen en el significado atribuido por las personas que las realizan.
  4. La objetividad se alcanza accediendo al significado subjetivo que tiene la acción para sus protagonistas.

Este paradigma implica mirar fenómenos complejos de estudio, pues no se centra en una realidad estática, sino en una que se construye considerándola como subjetiva, dinámica e histórica; el conocimiento que produce considera tiempo y espacio, echa mano de métodos cualitativos a través de procesos inductivos; sus intereses se enfocan en rescatar la percepción de escenarios y contextos, la orientación de su investigación busca comprender el significado subjetivo de la acción social; cuenta con diversos marcos interpretativos, tal es el caso de: la hermenéutica, la etnografía, la fenomenología, el interaccionismo simbólico, por mencionar algunos; y como parte de las técnicas e instrumentos para la obtención de la información propias de este enfoque, destacan: la entrevista en profundidad, la observación participante, los grupos focales o también conocidos como grupos de discusión, entre otros (6).

Finalmente, conviene señalar que, a diferencia de la postura positivista, en donde el “sujeto” es un objeto de estudio, para las ciencias del hombre quizá su maldición sea “ocuparse de un objeto que habla” (7).
 

Entre el entre el positivismo y el interpretativismo: el paradigma crítico

La perspectiva crítica refiere a un producto del pensamiento y de la representación; caracterizado por el análisis y la reflexión sobre las circunstancias sociales, en donde la posición del investigador es objetiva y subjetiva; es decir, que puede reconocer el saber de los sujetos, pero reconoce también que estos pueden tener una falsa conciencia de la realidad social (2).

De acuerdo con Habermas (3), los intereses de este paradigma son emancipatorios, tratando de develar los mecanismos de dominación, producción y reproducción; de modo que el análisis desde esta perspectiva, no se conforma con captar las generalidades, sino que busca las variantes de la acción social a través de la reflexión y el cuestionamiento constante.  No se reduce ni a la empiria ni a la interpretación, sino que el conocimiento se construye y reconstruye en el vínculo teoría y práctica, integrando el conocimiento, la acción y los valores de quienes participan en la investigación.

Sustentada en la teoría crítica, esta perspectiva mira a la realidad de manera histórica, compartida, construida y dialéctica; su finalidad es analizar dicha realidad para emancipar, concientizar, develar, enunciar y denunciar; lo anterior desde la reflexión e identificando el potencial de cambio. El pensamiento y obra de autores como Marx, Adorno, Horkheimer, Marcuse, y más recientemente, Habermas, Giddens, Elías y Bourdieu, entre otros, dan cuenta de este enfoque a partir del análisis y la reflexión de lo social.   

Sin embargo, y como se menciona en el siguiente apartado, es Bourdieu quien, no se queda en el estudio de lo social desde afuera, es decir, como un mero espectador del conocimiento producido (idea anglófona de la teoría del conocimiento), sino que él aplica sus planteamientos teóricos y metateóricos (desde posturas francófonas de la epistemología) en el análisis de lo social retomando referentes empíricos, pues señala que la validez de los estudios sociológicos se encuentra en el acercamiento con un escenario empírico.
 

La propuesta sociológica de Pierre Bourdieu frente a las falsas dicotomías

Pierre Bourdieu, ha sido uno de los autores que ha revolucionado la forma de analizar los fenómenos sociales, ya que toda su obra comprende una postura que rompe con la dualidad del objetivismo y subjetivismo, del teoricismo y el empirismo, de lo simbólico y lo material; del positivismo y el interpretativismo, pues abarca el lado materialista de Durkheim, la visión comprensiva de Weber y la crítica social de Marx; de tal manera que el pensamiento de este autor aborda simultáneamente fronteras filosóficas, disciplinarias, teoréticas y metodológicas (algunas consideradas incompatibles entre sí), tal es el caso de: Marx y Mauss; Durkheim y Weber; Cassirer, Bachelard y Wittgenstein; Merleau-Ponty y Schütz; Saussure, Chomsky y Austin, por mencionar algunas (8). Al respecto, el autor señala que la ciencia avanza cuando es posible: “pensar con un pensador contra ese pensador (…) se puede pensar con Marx contra Marx o con Durkheim y contra Durkheim, y también, seguramente con Marx y Durkheim contra Weber y recíprocamente” (9).

De acuerdo con Tovillas (10) los aportes de Bourdieu, se encargan de deconstruir el esquema estructuralista de los 50, el estructuralismo marxista de los 60 y el paradigma fenomenológico en su variante existencialista de Sartre, también de los 50, lo anterior como parte de una mirada crítica ante el complejo análisis de lo social, mirada que fue desarrollando y madurando con el paso de los años a partir de su formación académica en la filosofía, su vínculo con sus primeros estudios etnológicos desde la antropología y su relación con la sociología en su vida académica, profesional y laboral; la contribución de Bourdieu a la ciencia social abarca tres niveles de conocimiento científico: la metaciencia, la ciencia misma y los objetos de la ciencia (7).

Considerando el nivel de la metaciencia, el cual incluye la lógica y la epistemología de la ciencia, Bourdieu, recupera a Bachelard para proponer momentos o actos epistémicos que guían un proceso investigativo: el hecho científico se conquista, se construye y se comprueba; además plantea una serie de insumos epistemológicos que guían un proceso de investigación, por ejemplo:

  1. Rechaza al teoricismo y el metodologismo; al respecto señala que: “El fetichismo metodológico está condenado a erigir objetos preconstruidos en ropaje científico y corre el riesgo de inducir miopía científica: el refinamiento de las técnicas de comprobación y de prueba puede, si no se acompaña de una redoblada vigilancia teórica, conducir a ver cada vez mejor en cada vez menos cosas” (11).
  2. Afirma que se no debe confundir la rigidez científica con el rigor científico: “La investigación social es algo demasiado serio y difícil para nosotros como para permitirnos confundir rigidez científica, que es la némesis de la inteligencia y de la invención, con el rigor científico y así privarnos de este o aquel recurso disponible entre la panoplia de las tradiciones intelectuales de nuestra disciplina y de las disciplinas hermanas” (11).
  3. Apuesta por el pluralismo metodológico pues para él, la ciencia social no necesita elegir entre dos polos, ya que la sustancia de la realidad social yace en sus relaciones; además, para Bourdieu, “los métodos utilizados para el análisis de lo social deben corresponder al problema que se tiene entre manos y se debe reflexionar constantemente sobre ellos in actu, en el mismísimo acto por el cual se los despliega para resolver cuestiones particulares” (11).
  4. Señala que el conocimiento sociológico sirve para explicar y comprender. Aspecto que concilia a la tradición galileana del verstehen con a la tradición aristotélica del erklären; asociados a la superación de las falsas dicotomías que ya se han señalado. 
  5. Considera que los hechos no hablan por sí mismos, por lo que es importante sustituir la relación ingenua entre individuo y sociedad por la relación construida entre los dos modos de existencia de lo social, lo cual implica que para analizar lo social, es necesario considerar la estructura, pero también la acción histórica de los agentes.

Cabe destacar que, parte esencial del pensamiento de Bourdieu es articular tanto la explicación como la comprensión a través del análisis de las estructuras sociales externas y las estructuras sociales internas, es decir, lo que él llama, lo social hecho cuerpo y lo social hecho cosas; de ahí que es necesario captar la relación dialéctica entre lo vivido y lo objetivo, a través de dos momentos en el análisis sociológico: un momento objetivista y un momento subjetivista, esto es, analizar en sentido objetivo a través de la construcción del espacio social y sus relaciones objetivas, detectando posiciones, a partir de la distribución de recursos (entendidos como capitales) que ahí se juegan, y como segundo momento, llevar a cabo la construcción del sentido vivido de los agentes, recuperando la representación y las disposiciones que éstos tienen desde las posiciones que ocupan; para posteriormente articular ambos momentos y poder, explicar y comprender esa realidad analizada.

Por otra parte, el autor aborda el tema de la “objetividad” del investigador, como un asunto de reconocimiento explícito de quién investiga y desde dónde investiga, considerando una distancia epistemológica entre: el sujeto y contexto del investigador, y el sujeto y el contexto del investigado, a esto él lo llama la objetivación del sujeto objetivante, pues afirma que la familiaridad con el universo social constituye un obstáculo epistemológico, por lo que conviene llevar a cabo dicha objetivación, para tomar distancia teniendo en cuenta la conciencia que el sujeto tiene del objeto, conciencia que ha de ser tan clara que el objeto y su sujeto adquieran precisión juntos, comprendiendo su relación con el escenario, con la población y con los intereses teóricos y personales que lo ligan al objeto de estudio (7).

Finalmente, otra de las premisas epistémicas del autor, implica pensar relacionalmente, esto es, poder construir un sistema de relaciones que definan al hecho científico y que también permitan romper con relaciones aparentes, las cuales a su vez den pauta a la construcción de nuevas relaciones, por ejemplo: la relación entre el investigador y su problema de investigación; la relación entre el investigador y los lectores; la relación entre el investigador y las teorías, conceptos y técnicas empleadas; la relación entre el problema a investigar y su entorno; la relación entre conceptos; la relación entre conceptos y la realidad empírica; la relación entre teoría, realidad empírica e instrumentos; y la relación entre los registros y la teoría (11) (12).

En lo que respecta al nivel de la ciencia, el autor plantea su teoría de la Economía de las prácticas sociales; la cual se sustenta en una triada conceptual, sintetizada en la fórmula “Campo + [habitus + capital] = Prácticas sociales” (13), en donde la noción de campo refiere a un espacio de relaciones entre posiciones objetivas, mismas que son jerárquicas y jerarquizantes en relación con la mayor o menor posesión y distribución de recursos en los campos sociales, es decir, los capitales, adquiridos, perseguidos, invertidos o intercambiados en función del habitus incorporado al ocupar de forma prolongada una posición en ese espacio social.

Si bien no es intención del presente escrito ofrecer el desarrollo de la obra del autor en términos teóricos, bien vale la pena señalar que sus conceptos funcionan como una caja de herramientas analíticas (15), coherentes con sus planteamientos relacionales y epistemológicos para el análisis de lo social.

Ahora bien, con relación a los objetos de la ciencia (el tercer nivel de conocimiento), Bourdieu lleva a cabo su teoría en diversos espacios y objetos empíricos, pues como ya se ha mencionado, el autor afirma que la validez de los estudios de corte social, se encuentra en su acercamiento con realidades sociales empíricas, rechazando así otra de las falsas dicotomías entre la teoría y la empiria; de tal forma que, lleva a cabo estudios articulando sus conceptos teóricos con realidades empíricas tales como: la educación, el arte, la fotografía, los museos, el género, el gusto, la religión, la televisión, la opinión pública, el Estado, la política, la literatura, el deporte, la vivienda, la academia, entre muchos otros.
 

La doble existencia de lo social: las posiciones y las disposiciones; el estructuralismo y el constructivismo

Como ya se enunciaba, Bourdieu plantea el estudio de las prácticas sociales tomando en cuenta dos modos de existencia en lo social: las estructuras sociales externas y las estructuras sociales internas; en donde las primeras refieren a “lo social hecho cosas o la historia objetivada en cosas”, es decir, aquellas condiciones objetivas que determinan una posición en el espacio social a partir de principios de diferenciación basados en los bienes acumulados que se producen, distribuyen, consumen, se invierten y también se pierden (capitales); y las segundas, entendidas como aquellas estructuras internalizadas, “lo social hecho cuerpo o la historia encarnada en los cuerpos” en donde entran en juego el conjunto de relaciones históricas incorporadas en los agentes sociales, es decir, aquellos esquemas generadores de percepciones y apreciaciones de las propias prácticas y de los demás (habitus) (14).

De esta manera, es evidente identificar que el autor parte de dos posturas aparentemente opuestas para analizar las prácticas de los agentes, al respecto señala que: “si tuviese que caracterizar mi trabajo en dos palabras, es decir, como se hace mucho hoy, aplicarle una etiqueta, hablaría de constructivist structuralism o de structuralist constructivism, tomando la palabra estructuralismo en un sentido muy diferente de aquel que le da la tradición saussuriana o lévi-straussiana” (9).

En ese sentido, Bourdieu considera como “estructuralismo” no sólo a los sistemas simbólicos, que por cierto recupera de Cassirer (mito, lenguaje, etc.), sino también a las estructuras que se encuentran independientes de la consciencia e incluso de la voluntad de los agentes; y por constructivismo, menciona que a través de él es posible reconocer que existe una génesis social de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de las estructuras estructuradas estructurantes, es decir, el habitus (9).

Por ello, la apuesta de Bourdieu implica analizar en toda práctica social: el sentido objetivo, el sentido vivido y el sentido del juego social; de tal manera que es necesario hablar de tres momentos de análisis: un momento objetivista provisorio, en el cual a través del análisis cuantitativo, se pueda construir el espacio de relaciones, de clases y fracciones de clase a partir de la estadística; el momento subjetivista, en donde por medio de lo cualitativo sea posible analizar las prácticas, los intereses y las representaciones de los agentes, echando mano de diversas técnicas e instrumentos como la observación, la entrevista o la historia de vida; y finalmente, como tercer momento, la necesaria articulación de los dos anteriores, esto implica poder explicar y comprender que las disposiciones de los agentes devienen de la posiciones en el espacio social, develando los mecanismos de dominación y de reproducción; es decir, hablar de la estructura y la trayectoria; las relaciones objetivas y las relaciones simbólicas; del sentido vivido y el sentido objetivo de manera articulada.

 

Algunas reflexiones finales a manera de cierre

A lo largo de los últimos siglos se han planteado al menos tres paradigmas para construir el conocimiento de lo social, que brindan perspectivas y modos de concebir lo científico, la ciencia y la realidad social; estos paradigmas se encuentran en estrecha relación ya sea de oposición, o de correspondencia y complementareidad, lo cual marca rumbos definitorios en las formas de apropiación, producción y reproducción del conocimiento científico.

Ahora bien, y como pudo observarse, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la producción del conocimiento social, tiene que ver con la importación del paradigma positivista en las ciencias del hombre, pues éste considera a la sociedad y a sus instituciones parte del universo natural regido por leyes; sin embargo, y por fortuna, diversos pensadores se han opuesto a dichos planteamientos, afirmando que, la decisión positivista opera de forma restrictiva, pues limita toda reflexión, alcance, y riqueza en el análisis de los fenómenos sociales; ante ello, se ofrecen alternativas analíticas, tal es el caso del interpretativismo y de la teoría crítica.

Con relación a lo anterior, conviene señalar que de acuerdo con Bourdieu, “las flaquezas de la teoría social contemporánea se originan en una división social del trabajo científico que divide, reifica y compartimenta los momentos del proceso de construcción del objeto sociológico en especialidades separadas, premiando de esa manera la "audacia sin rigor" de la filosofía social y el "rigor sin imaginación" del positivismo hiperempirista” (11).

Aunado a ello, es posible destacar que  “el positivista no advierte que su ver, percibir, está mediado por la sociedad en la que vive, si renuncia… se condena a percibir apariencias” (2), esto es, que no existe un saber “objetivo” no mediado por las subjetividades de quien lo construye, pues quien lo construye posee una trayectoria con experiencias precedentes (16), de tal forma, que el reto de la investigación en las ciencias sociales es poder conocer y reconocerse como agente investigador; conocer y reconocer el contexto y los agentes analizados, a partir del conocimiento y reconocimiento de lo objetivo y lo subjetivo.

De ahí que, los aportes de Pierre Bourdieu como una propuesta que contempla tres niveles de conocimiento (lo epistemológico, lo teórico y lo metodológico), permiten superar y a su vez conciliar falsas dicotomías en el estudio de los fenómenos sociales, en la medida en que se considera tanto la estructura como la acción de las prácticas sociales de los agentes, a partir del estudio de sus condiciones objetivas y subjetivas de existencia. De este modo se asegura que, tanto la búsqueda de un “objetivismo puro” y “una verdad irrefutable y comproblable” (positivismo), como “la construcción subjetiva de una realidad" que se vea expuesta a los posibles sesgos sustancialistas de la condición humana del investigador (interpretativismo), sean superadas a la luz de los planteamientos críticos, reflexivos y relacionales de su pensamiento en el análisis de lo social.
 

Referencias

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[2] Mardones, José María y URSUA, Nicanor. Filosofía de las ciencias humanas y sociales. 2º edición. México: Ediciones Coyoacán, 1999. ISBN: 970-633-165-4.

[3] Habermas, Jürgen. Conocimiento e interés. En: Ideas Valores. Colombia , 1973. No. 42, pp. 61-76. ISSN: 2011-3668.

[4] Bisquerra, Rafael. Metodología de la investigación educativa. 4a. ed. Madrid: La muralla, 2014. ISBN: 978-84-7133-748-1.

[5] Cerón, Armando Ulises. La alternancia paradigmática como recurso creativo e heurístico en prácticas de formación para la investigación educativa En: Revista Electrónica de Investigación, Docencia y Creatividad, s.l. 2016, Vol. 5, pp. 11-23. ISSN: 2174-7822.

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[11] Bourdieu, Pierre y Wacquant, Löic. Una invitación a la sociología reflexiva. 2a ed. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008. ISBN: 978-987-629-009-8.

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[14] Gutiérrez, Alicia. Las prácticas sociales: Una introducción a Pierre Bourdieu. Madrid: Tierradenadie Ediciones, 2002. ISBN: 84-932873-0-X.

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